sábado, 17 de julio de 2010

María Cristina Garay Andrade (Desde Monte Grande, Buenos Aires. Argentina. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

Ave mística ayúdame a surgir de las cenizas
Siento la vida cotidiana hecha trizas
Levantar con fuerzas mis alas ya no puedo
Ardiendo quedaron vencidas en mortal fuego

Mi refugio se convirtió en introvertido miedo
Todos creen en mis apariencias que antecedo
Fortaleza irreal la vida en soledad marchita
Y lentamente la voluntad de vivir se debilita

Cansancio terrenal ambigüedad de la vida bella
El dolor insospechado con crueldad nos atropella
Entre espinas punzantes de rosales que estremecen
Lágrimas curativas como las del Ave eternal florecen

Contrasentido de la risa asoma la tristeza
Una vez más golpea el desanimo con torpeza
El Fénix no puede volver de las cenizas a resurgir
Son graves sus heridas del tiempo para combatir

Ni el incienso ni la mirra entre sus ramas
Harán nacer de nuevo la belleza de sus amalgamas
La larva pereció antes de llegar al santuario
Y el sol apagó sus rayos para aliviarle el calvario

Análoga es la vida en pugnas de las postrimerías
Decaer y revivir desafiando tenaces cobardías
Mitológico destino equivalente al constante desafío
Resurgir placentero lo proverbial a Dios confío