La lección de astronomía
Por Juan SasturainUn hombre giraba alrededor de
una mujer con órbita inestable.
El apogeo era cuando
conseguía tomar sol a su paso
o podía –por un rato– meterse
debajo de sus alas
a la sombra de sus ojos
al calor de sus sábanas.
El perigeo (o cualquiera fuera el
nombre técnico) era todo lo demás:
consultar el almanaque y la
tabla de mareas, rodar frío
como una bolita de vidrio
por los espacios estelares
entre corazones.
Un hombre vivía enamorado
de una mujer que lo miraba pasar
como a las nubes sobre su cabecita.
El soñaba cada noche con
eclipse de sol, cada día con
eclipse de luna,
cada vez se le movían más el
eje de rotación y el equilibrio.
Estaba enfermo de intemperie.
Hasta que un día –perdido por perdido–
se salió de órbita con un
golpe sin ley ni permiso de la física
y se dejó caer sobre ella
con la gravitación soberana
del destino.
El hombre gira perdido ahora
dentro de una mujer que
no lo reconoce del todo.
Lo busca en el cielo o sus
alrededores, pero él golpea
desde la cárcel de sus costillas,
no la deja dormir.
Convirtió la órbita
en su pulso acelerado.
Un hombre giraba alrededor
de una mujer, con órbita inestable y
sin saber de astronomía.
Hoy navega su sangre
río arriba, trepa por el pulso
y espera hacer escala
cuando llegue, instalarse
como un trompo
en su corazón, girar ahí
siempre.